Historia del Saxofón

Los primeros Saxofonístas

 

En los primeros tiempos era el propio Adolphe Sax quien tocaba el saxofón. En 1841, e Bruselas, tocó por primera vez el saxofón bajo anta público. Lo mismo hizo en el conservatorio de París en 1842 delante de los señores Louis Auber, Édouard Monnais, Dorus, Fromental, Halevy. En esta sesión el éxito fue tal que “pronto el nombre del fabricante se extendió por todo el mundo musical”. Fue el también quien lo tocó por primera vez en público en la sala Hertz, el 3 de Febrero de 1844, con el himno de Hector Berilos, y luego, algunos meses más tarde en el Dernier Roi de Juda de George Kastner. 

 

Rossini, que a principios de 1844 se encontraba en París, después de haber oído el saxofón confesó a su amigo Troupenas: “Llegas en el momento justo de oír el más rico y perfecto de los instrumentos de viento. El saxofón tiene el sonido más rico que conozco”. Además, Rossini a

consejó al ingenioso fabricante que se dedicara a la formación de alumnos.

 

Encargado de las clases de saxofón en el conservatorio de París, Sax proporcionó a las bandas de música reglamentarias saxofonistas que enseguida tocarían también en las bandas civiles; y por otra parte formó a músicos que no tardarían en hacerse oír como solistas en los muchos café-concierto tan de moda en París y en el extranjero. Muchos de estos últimos eran belgas: Wuille, Mayeur, Moeremans. 

 

Por desgracia, la clase del saxofón del conservatorio se cerró en 1870 por razones presupuestarias. Nunca se sabrá cual fue el perjuicio sufrido por el saxofón a causa de esta injusta medida. Un instrumento jamás podrá imponerse sin virtuosos. La rareza de obras notables del período que llega hasta 1930 aproximadamente así lo prueba.

 

Atravesemos ahora el Atlántico en uno de esos modernos vapores que transportan saxofones en sus bodegas…, a menudo muy deteriorados y contrahechos. Luego nos dirigimos a california, donde la fiebre tifoidea que afecta a una ferviente melómana norteamericana influirá curiosamente en el curso de la historia del instrumento.

 

La mujer del doctor Richard Hall, que en sus horas libres tocaba el piano y el violín, contrajo la tifoidea. Tenía más de cuarenta años. Restablecida, pero con el sentido del oído debilitado, su marido le aconsejó que estudiase un instrumento de viento para mejorar el oído. La señora Hall 

decidió aprender a tocar el saxofón con un pobre diablo que oyó en una plaza de Santa Bárbara.

 

Hija de un importador, Elisabeth Swett Coolidge-Hall nació –según sus propias declaraciones- “accidentalmente” en París el 5 de abril de 1853, durante un viaje de negocios de sus padres. Aunque fuera norteamericana, se mantendría toda su vida ligada sentimentalmente a la lengua y los valores artísticos franceses. Viuda en el año 1897, Elise Hall, ya en Boston, decidió dedicar su tiempo, pasión y fortuna a promover al Orchestral Club, que ella misma fundó y dirigió. Esta orquesta, formada esencialmente por músicos aficionados, pero reforzada en los conciertos por profesionales de la Orquesta Sinfónica de Boston, programaba sobre todo música francesa, y casi en cada presentación publica, una obra con saxofón en la que ella era la solista. En este momento la señora Hall trabajaba con el señor Georges Longy (1868-1930), director titular de la orquesta del Orquetral Club.

 

Para enriquecer convenientemente sus programas, Elise Hall encargó obras de concierto para saxofón a Charles Loeffler ( alsaciano nacionalizado estadounidense), Georges Longy, Paul Wilson, Claude Debussy, André Caplet, Vicent d’Indy, Georges Sporck, Jules Mouquet, Henry Woollett, Paul Dupin, León Moreau, Philippe Gaubert, jean Huré, Gabriel Grovlez, François Combelle, Flonent Schmitt, etc. En total, veintidós partituras encargadas, escritas y estrenadas entre 1900 y 1918.

 

El 17 de mayo de 1904. Elise Hall presentó en el Nouveau Théâtre de París el Choral Varié de Vicent d’Indy, obra encargada al compositor un año antes y estrenada en Boston el 15 de enero de 1904. Vuelve a tocar esta obra en la Sala Pleyel en marzo de 1905 junto con la Légende ( 1903) de André Caplet, el Lento en Do menor ( 1904) de Longy y el Divertissement espagnol ( 1900) de Charles Loeffler.

 

Antes de morir de una hemorragia cerebral el 27 de noviembre de 1924, Elise Hall tuvo la satisfacción de poder oír una orquesta de saxofones formada en Boston por Abdón Laus ( del mismo tipo que la de Gustav Bumcke en Berlín).

 

En los Estados Unidos  aparecieron otras orquestas de saxofones más o menos importantes: las de David Gornston, la da Michael Guerra, más tarde la de Sigurd Rascher.

 

Circunstancialmente, en otros países. En Francia se creó una orquesta de Saxofones en 1977, en Burdeos (Ensemnle internacional), compuesta habitualmente de un bajo, dos barítonos, tres tenores, tres altos, dos sopranos y un sopranino. A esta formación se le han dedicado una cuarentena de obras originales. 

 

En Europa, dos virtuosos de personalidades complementarias se encargarán de establecer el “ saxofón clásico”: Marcel Mule y Sirgurd Racher. Hasta entonces el saxofón sería utilizado por instrumentistas poco conocidos. Del siglo XIX citemos: Soualle, François Cokken ( 1801-1875), Henri Wuille ( 1822-1871), Louis Mayeur ( 1837-1894); y del primer tercio del siglo XX: Françoiis Combelle ( 1880-1953), Gustav Bumcke ( 1876- 1963).

Marcel Mule fue el primero, después de Elise Hall, en saber despertar el interés de un gran compositor por el saxofón: Alexander Glazounov, quien le dedicó su Quarteto de saxofones en 1932.

Nacido el 24 de junio de 1901 en Aube, en Normandía, Mule estudió con el violinista Gabriel Willaume, “quien tendrá –le confió a Eugène Rousseau- una influencia enorme sobre mi aprendizaje musical”!, Y trabajó “la literatura musical con un notable profesor del Conservatorio de París, Georges Caussade”. Animado por François Combelle, entró en la Música de la Guardia Republicana, de la que sería solista desde 1923 hasta 1936. Además “hizo oficio”, es decir, que también tocó en los estudios (en particular para grabar música de películas) y en orquestas de baile de moda o, eventualmente, en la Ópera Cómica.

Tanto en el teatro como en las orquestas sinfónicas, Marcel Mule acostumbraba tocar sin utilizar el vibrato (que, al contrario, sí usaba en las orquestas de baile”) hasta el día en que, durante la temporada 1928-1929, Édouard l´Enfant, compositor del ballet Evolución, le pidió “tocar el solo con el vibrato que había oído en el jazz”. Reticente de antemano, Marcel Mule acabó por aceptar, animado por el éxito de su interpretación y por los músicos de la orquesta. A los treinta y cuatro años dio su primer concierto como solista con orquesta. Fue en los conciertos Pasdeloup bajo la dirección de Albert Wolf, interpretando la primera audición del concerto de Pierre Vellones. 

 

Con sus compañeros de la Guardia, René Chaligné (alto), Hippolyte Poimboeuf (tenor) y Georges Chauvet (barítono), formó un cuarteto de saxofones que sucesivamente iría tomando el nombre de Cuarteto de la música de la Guardia Republicana (1928), y después, al abandonar la Guardia (1936) y habiéndose rodeado de nuevos compañeros – Paul Romby (alto), Georges Charron (tenor) y Georges Chauvet (barítono), dio al grupo el nombre de Cuarteto de París. El nombre definitivo no aparecería hasta 1951 y sería el de cuarteto Marcel Mule, formado en principio por Marcel Mule (soprano), André Bauchy (alto), Georges Goudret (tenor) y Marcel Josse (barítono); Después en 1960, por Marcel Mule (soprano), Georges Gourdet (alto) Guy Lacour (tenor) y Marcel José (barítono).

 

El Cuarteto Marcel Mule dio su último concierto en Roma en 1966 después de “hacerse oír en muchos recitales públicos, radiofónicos o televisados, en Francia y en diferentes países de Europa, en África del Norte y e Canadá, en una gira de cuarenta recitales, en 1955” y después de haber participado en muchos festivales importantes como el de Berlín y el de Viena.

 

Además, el Cuarteto grabó desde 1930 hasta 1964 trece discos de 78 revoluciones y cuatro microsurcos para Decca, la mayoría de ellos consagrados a obras de música de encargo. La primera grabación de la Introduction et variationssur une ronde populaire de Gabriel Pierné (Gramophone L. 1033, 1938) les valió a los componentes del cuarteto el Gran Premio del disco de la Academia Charles-Cross.

 

Marcel Mule se dio a conocer como solista con orquesta particularmente con obras de Ibert, Glazunov y Tomasi. Al final de su carrera realizó una gira por los Estados Unidos con la orquesta Sinfónica de Boston bajo la dirección de Charles Munich, con el que daría su último concierto en Nueva York (Ballade de Henriy Tomasi) en 1958.

 

Desde 1931 hasta 1963 Marcel Mule grabó diecinueve discos de 78 revoluciones y cinco microsurcos. A él le fueron dedicadas un centenar de partituras, entre las cuales, además del Cuarteto en si bemol de Alexander Glazounov y la Introduction et variations sur une ronde populaire de Gabriel Pierné, cabe destacar el Concierto de Henry Tomasi, el Cuarteto op. 102 de florent Schmitt y el Cuarteto de alfred Desenclos. 

 

De este excepcional artista quedará el magistral virtuosismo, pero también la sonoridad, de luminosidad notable, asociada a un estilo de ejecución de soltura, naturalidad y sobriedad ejemplares. Sin embargo, podemos hacer una reserva por lo que al vibrato se refiere, que, aunque “pulido” según la propia expresión del maestreo, peca de excesivo, por otro lado característica del estilo de la época. En 1942 fue nombrado profesor en el Conservatorio de París por Claude Delvincourt, autor asimismo de numerosísimas obras de estudio inspiradas, por regla general, en la enseñanza de la flauta o del violín. Marcel mule formó a lo largo de una carrera bien aprovechada a centenares de saxofonistas. Tanto es así, que a finales de los años setenta no se podía encontrar un solo virtuoso o un profesor de saxofón en todo el mundo que no fuera directa o indirectamente de la escuela Mule.

 

De personalidad muy distinta es Sigurd Rascher, contemporáneo y, arriesguemos la palabra, rival del gran maestro francés. Nacido en Alemania, en Elberfeld (Prusia renana) el 15 de mayo de 1907, estudió primero el clarinete con Philipp Dreisbach en Stuttgart, pero pronto se especializó en el saxofón. En Berlín a principios de los años treinta, trabajó con el profesor Bumcke, quien lo incorporó por algún tiempo a su propio cuarteto. Rascher practicó con Bumcke las notas del registro sobreagudo, alargando así la extensión del saxofón alto a cerca de las ¡cuatro octavas!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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